Marlene Dietrich y el Diablo

Una mañana cualquiera en el metro se convirtió en un viaje inesperado a través del cine, la memoria y… ¿el diablo? Todo empezó con un anciano, una actriz olvidada y un sorprendente regalo de despedida. Marlene Dietrich, la fe y un poco de caos, todo en un solo trayecto.

Marlene Dietrich y el Diablo

Esta mañana, tomo el metro en Pep Ventura.

En Sant Adrià, sube un anciano bien vestido y con boina, y se sienta a mi lado. Me mira y pregunta: “¿Eres español?”

Ay, ya empezamos… Le contesto, “No, no soy español, soy catalán.”

Él continúa: “¿Recuerdas una película llamada El expreso de Shanghai?”

Le digo, “Me suena” (ya sabéis que no soy precisamente un cinéfilo…).

“No logro recordar el nombre de la actriz principal”, añade.

Saco el móvil y empiezo a buscar. “Marlene Dietrich”, le digo.

Él se ilumina: “¡Oh! ¡Es verdad! ¡Muchísimas gracias!” Casi enseguida pregunta: “¿Cómo lo has encontrado tan rápido?”

“Lo busqué en Internet”, respondo.

Él abre los ojos como platos. “¿Y todo internet cabe en eso? ¿Cuándo inventaron esto?”

En este punto, no sé ni qué responder. “Pues… sí… este… bueno.”

El hombre asiente con la cabeza. “¿Sabes? Estoy ya mayor… tengo 97 años. Tengo escritos de 2003 donde ya decía que empezaba a perder la memoria…”

Para entonces, medio vagón está pendiente de la conversación.

“Resulta que en casa tengo una asistenta sudamericana que se llama Marlen, y lo de El expreso de Shanghai me sonaba… ¡Ay! ¡Me bajo en El Clot! No me lo puedo pasar.”

Le aviso de que le quedan dos paradas. Entonces, suelta:

“¿Eres cristiano?”

“No.”

“¿Pero crees en Dios?”

“No.”

“ENTONCES DEBES CREER EN EL DIABLO… ¿Puedo hacerte un regalo?”

Saca la cartera y me entrega un cómic titulado “¿A dónde se fueron?”, una historia sobre el diablo… básicamente propaganda de un libro llamado El Próximo Paso de un tal Jack T. Chick.

Y tal como dijo, se baja en El Clot.

Oleguer Serra - Febrero 2025